Así que urge un cambio de ventana, para hacerse una mejor idea de lo que pasa, y asegurarse de que todo va bien, que no es la primera vez que, a requerimiento de la poli, toca bajar a las tantas a controlar que el coche y su contenido no les pasa nada.
Y entonces, ya en la ventana adecuada, lucerío, fuego, humo y agua: los bomberos están tratando de apagar un furgón que arde mejor que un ninot. Después del momento-pánico, y una vez localizado el coche propio, a una distancia segura de la fogata, sólo queda disfrutar de la cremà y pensar en la cara que se le va a quedar a alguien cuando lo vea.
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